Jesús, el otro mesías

Jesús, el otro mesías

martes, 23 de julio de 2024

Relatos y microrrelatos | Antología

 

Te invito a conocer mi más reciente trabajo autopublicado en la plataforma de KDP Amazon.

Se trata de una antología sobre los relatos y microrrelatos que he realizado hasta el momento en mi recorrido por el mundo de la escritura literaria.
Son apenas unos cuantos los seleccionados para tratar de agradar al lector, y captar su atención; espero que los disfrutes.
La presentación es en formato digital KDP.
Me gustaría mucho conocer tus opiniones y sugerencias acerca de mi trabajo.

Para acceder al libro, puedes dar clic en este enlace:


martes, 16 de julio de 2024

Mis libros autopublicados

                                      


Esta es una lista de mis trabajos literarios autopublicados en diferentes plataformas para su distribución y comercialización.

En su mayoría, se trata de obras con sentido social que se refieren a comportamientos humanos comunes a todos, de los cuales participamos como actores o como espectadores.

Son textos agradables y de fácil comprensión, creados a partir de la experiencia y la investigación, y con la intención de despertar un poco de conciencia sobre conductas y actitudes importantes y trascendentales para el equilibrio social, pero que se pretende ocultar para no ofender, atacar o estigmatizar a una parte de la humanidad.

Están disponibles en formato digital o impreso.

Tu opinión acerca de los temas tratados, o de las obras (si accedes a ellas), será de gran valor para todos.



¿Por qué quieres embriagarte?



El tema del alcoholismo, igual que la drogadicción y otros, es un asunto importante que nos afecta a todos. Si bien, la tendencia de muchos es la de hacerse los desentendidos ante las nefastas consecuencias que genera el consumo de licor, cada uno de nosotros sabe a ciencia cierta que es perjudicial y que abusar de la bebida genera terribles problemas a individuos y comunidades humanas.
Este trabajo literario expone, de manera simple y concreta, la forma en la que se normaliza el consumo de licor en medio de una sociedad intransigente ante las normas y el autocontrol, pero tolerante con las conductas absurdas que inducen al fracaso y a la desgracia humana.
Basta con reconocer y entender que el peor ejemplo viene desde el hogar, y que el colectivo social 
contaminado de falsas flexibilidades conduce  a las personas por caminos equivocados.  
  
El licor no es un incentivo, ni una recompensa a nuestros esfuerzos, ni la senda mágica hacia la felicidad... Es una droga, una adicción; un mal que nos acecha, pero que nos cautiva de todas las formas posibles.

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¿Revolución femenina o hecatombe humana?


La revolución femenina es uno de los acontecimientos más trascendentales de la época moderna. No solo por los logros a favor de la mujer, sino también por la repercusión social que sus excesos han generado.
Lo que parecía una justa reivindicación de los derechos femeninos, se convirtió en el escenario 
de una enloquecida carrera hacia la autodestrucción humana. Desaparecieron por completo la equidad, la justicia y el equilibrio para dar lugar a la imposición de todo lo imperfecto que dicta la anarquía y las corrientes generadas por el pensamiento de una doctrina malsana que usurpa la esencia femenina.

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Jesús, el otro mesías


Este trabajo literario es un texto narrativo, amable, corto y sin tecnicismos, con sentido histórico. Realizado con el objetivo de descubrir, desde el punto de vista humano e intelectual, a la figura principal de la religión cristiana: Jesús de Nazaret.
No pretendo blasfemar ni mucho menos difamar al hombre que desde 
hace más de dos mil años pierde en la conciencia y en el corazón de creyentes y escépticos. Por el contrario, a través de una sencilla narrativa basada en información de obras literarias con sentido histórico, intenta dar a conocer su imagen como persona.
Desafortunadamente, la doctrina cristiana niega a sus seguidores cualquier oportunidad de ampliar sus conocimientos sobre el hombre que fue Jesús Cristo y les obliga a creer y a sustentar su divinidad por medio de informaciones escasas y ambiguas. Se imponen las directrices de una doctrina milenaria sin dar cabida a la razón ni a la libre interpretación de la historia.
Te ofrezco una versión respetuosa, pero independiente de los preceptos religiosos. Quizás esta sea la oportunidad para que veas el tema desde otro punto de vista. Tal vez después de leerla te animes a explorar la verdad y se fortalezca tu relación con el maestro Jesús, ese hombre incomparable a quien llamamos el hijo de Dios.

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Ni con Moisés, ni con los apóstoles


El tema de la manipulación religiosa y doctrinaria es eterno y constante. El ser humano ha llegado a los peores extremos en busca del poder y una de sus principales herramientas ha sido la religión.
La historia nos ilustra sobre campañas de conquista y muerte, abuso y sometimiento, degradación y corrupción. 
La humanidad es vulnerable, cree en Dios y quiere acercarse a él.

Es muy fácil vivir con Dios, disfrutarlo y sentirlo. No permitas que nadie te manipule; ni personas, ni corrientes, ni instituciones...

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    Amor, inquietud y nostalgia|Versos libres


Versos sin rima ni métrica, solo con un poco de música. Sensaciones y sentimientos descritos en forma tajante para desnudar al corazón; pequeñas historias condensadas en dolor y alegría que no son ajenas al alma, palabras que se insinúan como una canción.
¡Qué atrevido sería decir que mis letras son poesía! 
No podría enfrentar a las miradas inquisidoras de la genialidad y la disciplina que otrora anegaron el espacio con palabras mágicas e inmortales, trayendo consigo sosiego e inquietud.
Metáforas alucinantes y descripciones abstractas sobre cada momento de la vida. Las mismas que encendieron la pasión, cautivaron al espíritu, acariciaron la melancolía... O que incluso intentaron describir al amor. ¡Eso es poesía! 
La ruleta de la vida nos hace parecernos un poco―.

Te invito a compartir estos momentos que describo con mi prosa poética, tal vez algunos de ellos nos sean comunes.

martes, 19 de diciembre de 2023

El tortuoso final- capítulo XII (decimotercera entrega del libro).

 Jesús, el otro mesías

Tanto las versiones históricas como apostólicas coinciden en presentar la aprehensión de Jesús como el comienzo de su final. Se le denomina como la pasión de cristo y se ubica entre los sucesos de la captura y el sacrificio, incluso hasta la resurrección.

Todos coinciden en el lugar (el huerto de los olivos) en el que fue apresado estando solo porque sus apóstoles dormían después de la última cena. En culpar a Judas por la traición y en que el mesías fue arbitrariamente tratado. Señalan que el procedimiento que debió seguirse para llevarlo ante el tribunal no se respetó ni por parte de los judíos ni de los romanos. El nazareno fue capturado durante la noche y no fue llevado a la Sala Pétrea del Templo que era el sitio idóneo para realizar un juicio judío a cargo del Sanedrín. Al parecer fue conducido a las viviendas de Caifás y Anás en donde se le enjuició de manera extraordinaria sin cumplir con el cuórum que exigía la ley judía, utilizando testigos falsos, sin ofrecerle una mínima oportunidad para su defensa más que su palabra. Además, fue maltratado física y psicológicamente. «Todo se hizo con mucha premura antes del inicio de las fiestas de pascua que atraían a miles de personas a Jerusalén».

Sucedieron entonces muchas cosas que crean suspicacias y que pudieron repercutir en el cristo a su favor o en su contra... En su contra, porque se le trató como si fuese un vil delincuente y además peligroso. Se le negó toda oportunidad para defender su integridad, dignidad y vida. Se quebrantaron todos los procedimientos legales y humanos a los que él como cualquier otro hombre tuviera derecho. A su favor, porque tal vez —irónicamente— todas esas inconsistencias propiciaron el ambiente necesario para concluir exitosamente (como pudieron quererlo él y algunas otras personas) el temerario proceso que incluía la muerte y la resurrección de un hombre de carne y hueso.


Todo sucedió durante la noche del jueves, Jesús fue apresado, torturado y juzgado por los judíos. A la mañana siguiente fue presentado por líderes del Sanedrín ante el procurador Poncio Pilatos con acusaciones graves: traición, insubordinación, desacato a las leyes judías y romanas, blasfemia. «Hemos de ubicar en el contexto que los judíos conocían muy bien las leyes imperiales y sabían que no sería fácil que el acusado fuese condenado a muerte. También hay que tener presente que ni Pilatos ni el rey Herodes Antipas (rey de Judea) —quien estaba presente en Jerusalén por motivo de las festividades— odiaban ni temían a Jesús, por el contrario, lo consideraban insignificante».

Tal vez las cosas se salieron de control para el mesías y sus amigos, razón por la cual no pudieron hacer nada para apoyarlo. Quizás él presintió que enfrentaría la injusticia y los malos tratos, y que sus acérrimos enemigos judíos querrían sacrificarle, pero ¿acaso imaginó que sería azotado cruelmente, que le humillarían y acosarían sin piedad, que le expondrían al escarnio público haciéndole atravesar las calles de Jerusalén cargando su propia cruz, que sería coronado con espinas y herido de muerte por un bellaco soldado romano, y que finalmente sería crucificado? ¿Era esto lo que Jesús buscaba y para lo que estaba preparado?

El proceso imperial fue peor que el judío. Pilatos inicialmente no aceptó condenarlo y extendió su responsabilidad al rey Herodes argumentando que era potestad de él juzgar al nazareno. Herodes se burló del indefenso hombre y evadió su competencia regresándolo a Pilatos para que este lo enjuiciara.

La situación fue muy tensa para el procurador, no había tiempo; el día sábado era especial para los judíos y las fiestas de pascua estarían en pleno. La agitación en la Jerusalén era inmensa, el pueblo judío había llegado de todas partes y estaba muy alborotado. Los rabinos habían convocado a muchas personas y las instigaban en contra de Jesús, las motivaban a gritar consignas para comprometer su integridad: —¡No hay más rey que el Cesar! ¡Al madero con él! —gritaba la turba—».

Pilatos estaba en problemas, la presión por parte del sanedrín en cabeza de Caifás y la negativa exaltación del pueblo amenazaban con una gran revuelta. Sin embargo, él no podía acusar y condenar a Jesús, no había pruebas suficientes para hacerlo ni era el procedimiento adecuado dentro del marco de las leyes romanas; pero tampoco podía dejar las cosas así como estaban. Si se hubiese ocasionado una manifestación violenta habría sido imprescindible la actuación militar que generaría muchas muertes y un gran caos (la historia da cuenta de muchas atrocidades cometidas por gobernantes romanos) y quizás Pilatos fuese destituido de su cargo y castigado por el emperador. Finalmente, intentando liberarse de su responsabilidad directa y a merced de una concesión que el imperio hacía al pueblo judío por motivo de la pascua, en la cual se otorgaba la libertad de un preso condenado, ofreció públicamente, y al calor de las exacerbadas almas, que el pueblo escogiera a quien liberar y a quien condenar entre Barrabás (un sedicioso sicari) y Jesús de Nazaret. «Ya puedes imaginar la escena acalorada en donde el pueblo animado por los rabinos y exaltado al máximo gritaba que liberaran al bandido y que crucificaran a Jesús. —¡No hay más rey que el Cesar! ¡Crucifícalo, crucifícalo!».

Así pues, la decisión fue tomada. Perfecta manipulación de las circunstancias por parte de los rabinos, torpe y sucia decisión de un pueblo ignorante y ambicioso, y solemne veredicto de un cobarde. Entonces Pilatos lavó sus manos de la sangre inocente del cristo y dio comienzo al infernal magnicidio. Algunas versiones históricas lejanas al doloroso sentimiento popular y a los evangelios plantean la incógnita respecto de la premeditación y el dolo por parte de Pilatos en su decisión, argumentando que por el contrario él sentía simpatía hacia el predicador, que pudiera hacer parte del plan tal y como estaba trazado para que Jesús fuera llevado a la cruz y dadas las circunstancias de tiempo y lugar fuera bajado de la misma antes de su muerte.


Transcurrieron aterradoras horas de sufrimiento para el mártir. En él siempre manifiestas su dignidad y su fe. Aunque fue otro sacrificio humano más, hoy el recuerdo del mismo anega de dolor el corazón de muchos de nosotros y nos conduce a la reflexión. Imagínate lo que sintieron su madre y hermanos, su compañera sentimental, sus verdaderos amigos y sus apóstoles, ante la desgracia y la impotencia de no poder evitarlo. Lo cierto es que muchas personas estaban con él (a su favor). Tal es el caso de un hombre ajeno a toda esta historia (Simón de Cirene) que apareció en medio del calvario para ayudarle con la carga que llevaba a cuestas; o de Verónica, la mujer que limpió y refrescó su rostro con un manto. Estaban también María su madre y María Magdalena que le acompañaron hasta el final. José de Arimatea (noble judío miembro del Sanedrín) que intervino ante el procurador para que le permitiera bajar a Jesús de su crucifijo después de algunas horas para llevarlo a una tumba de su propiedad.

Ubiquémonos de nuevo en el tiempo: Jesús llegó hasta el monte Gólgota en muy malas condiciones debido a los azotes que recibió y al agotamiento (su travesía fue larga). Allí los crueles soldados romanos lo clavaron a una cruz y le ocasionaron graves heridas; luego lo izaron en medio de burlas e insultos. «Es probable (así lo plantean algunas versiones) que el apuntalamiento de sus pies haya sido complementado con una cuña de madera en el travesaño vertical para que en él descansara y así prolongar su agonía. Esa cuña tal vez le permitió soportar mejor el dolor y evitar que su cuerpo se descolgase por la fuerza de la gravedad, factor influyente en la aceleración de la muerte por crucifixión».

Según algunos análisis científicos (en estos casos),  además del agotamiento, la pérdida de sangre por causa de heridas, los traumas causados por golpes, etcétera, la principal causa de muerte del crucificado sería debido a fallas respiratorias y posterior paro cardiaco, pues el cuerpo tiende a caer hacia adelante presionando de tal forma los pulmones que se hace imposible respirar, y aunque la víctima pueda reincorporarse solo logra hacerlo por muy poco tiempo debido al dolor en sus miembros superiores e inferiores. —De ahí la importancia de la cuña para prolongar el tiempo de vida de quien pende en la estructura—.

Otro elemento suspicaz en esta historia se relaciona con el hecho de que los miserables soldados romanos ofrecieron al cristo un asqueroso vino para que saciara su sed, pero él se negó a beberlo. Sin embargo, sus labios fueron empapados con un elíxir amargo por medio de una esponja a manos de uno de ellos. «¿Por qué no dar un poco de credibilidad al planteamiento de que este elíxir era una pócima para producir en él un estado de catalepsia con el fin de que se diera por un hecho su muerte?».

Hay que anotar también que, según los evangelios, un centurión, para asegurar la muerte, hundió su lanza en uno de los costados del mesías como golpe de gracia. Sin embargo, sabemos que no todas las heridas con objetos cortopunzantes pueden ser mortales y que para el caso puntual sobre Jesús algunos argumentos sostienen que esa no lo fue.

Adicionalmente se narra que las dos personas que fueron crucificadas al tiempo junto al nazareno murieron rápido porque los soldados fracturaron sus piernas (práctica común para apresurar la muerte). ¿Por qué no hicieron lo mismo a él?

«Tristemente se destaca de esos últimos momentos que Jesús se sintió vulnerable y abandonado. Que lloró y clamó auxilio a Dios para soportar su agonía, pero que su voluntad y su fe lo llevaron siempre adelante. ¡Ningún hombre tan valiente como él! Realmente estuvo dispuesto a morir y permaneció firme en sus convicciones hasta el fin».

La agitación amainó. ¡La fiesta de sangre había terminado! Oscureció y casi todos abandonaron el lugar. Pero allí, con él, permanecieron su madre, María Magdalena, José de Arimatea, Nicodemo, algunos de sus hermanos y Pedro su discípulo (el que lo había negado), además de unos pocos centuriones. Y el cuerpo del cristo fue bajado de la cruz por José de Arimatea y Nicodemo (un maestro fariseo perteneciente al Sanedrín que curiosamente también estaba pendiente de los sucesos). Lo envolvieron en mantas de lino impregnadas de esencias, mirra y aloe, y con mucho cuidado lo llevaron a la tumba, que al parecer era una caverna cuyo acceso dependía de la posición de una gran roca que necesitaría de la fuerza de varios hombres para moverla. Y allí permanecieron con él su madre y María Magdalena, y quizás otras personas cercanas al mesías; todo bajo la mirada despectiva de los centuriones —a ellos ya no les importaba, el cristo había muerto—.