Jesús, el otro mesías
He creado este blog para ofrecer un espacio de crítica y diálogo con relación al tema que trata mi reciente trabajo literario. Sé que muchas personas no están de acuerdo con que se hable de la figura humana y no «divina» de Jesús de Nazareth; otras, en cambio, tendrán muchas cosas que decir al respecto. Los invito a participar en el blog. Podemos compartir conceptos (de forma tranquila y respetuosa) para dilucidar muchas inquietudes.
Jesús, el otro mesías

martes, 23 de julio de 2024
Relatos y microrrelatos | Antología
martes, 16 de julio de 2024
Mis libros autopublicados
Esta es una lista de mis trabajos literarios autopublicados en diferentes plataformas para su distribución y comercialización.
En su mayoría, se trata de obras con sentido social que se refieren a comportamientos humanos comunes a todos, de los cuales participamos como actores o como espectadores.
Son textos agradables y de fácil comprensión, creados a partir de la experiencia y la investigación, y con la intención de despertar un poco de conciencia sobre conductas y actitudes importantes y trascendentales para el equilibrio social, pero que se pretende ocultar para no ofender, atacar o estigmatizar a una parte de la humanidad.
Están disponibles en formato digital o impreso.
Tu opinión acerca de los temas tratados, o de las obras (si accedes a ellas), será de gran valor para todos.
¿Por qué quieres embriagarte?
Este trabajo literario expone, de manera simple y concreta, la forma en la que se normaliza el consumo de licor en medio de una sociedad intransigente ante las normas y el autocontrol, pero tolerante con las conductas absurdas que inducen al fracaso y a la desgracia humana.
Basta con reconocer y entender que el peor ejemplo viene desde el hogar, y que el colectivo social ―contaminado de falsas flexibilidades― conduce a las personas por caminos equivocados.
¿Revolución femenina o hecatombe humana?
Desafortunadamente, la doctrina cristiana niega a sus seguidores cualquier oportunidad de ampliar sus conocimientos sobre el hombre que fue Jesús Cristo y les obliga a creer y a sustentar su divinidad por medio de informaciones escasas y ambiguas. Se imponen las directrices de una doctrina milenaria sin dar cabida a la razón ni a la libre interpretación de la historia.
Te ofrezco una versión respetuosa, pero independiente de los preceptos religiosos. Quizás esta sea la oportunidad para que veas el tema desde otro punto de vista. Tal vez después de leerla te animes a explorar la verdad y se fortalezca tu relación con el maestro Jesús, ese hombre incomparable a quien llamamos el hijo de Dios.
Es muy fácil vivir con Dios, disfrutarlo y sentirlo. No permitas que nadie te manipule; ni personas, ni corrientes, ni instituciones...
Metáforas alucinantes y descripciones abstractas sobre cada momento de la vida. Las mismas que encendieron la pasión, cautivaron al espíritu, acariciaron la melancolía... O que incluso intentaron describir al amor. ¡Eso es poesía! —La ruleta de la vida nos hace parecernos un poco―.
Te invito a compartir estos momentos que describo con mi prosa poética, tal vez algunos de ellos nos sean comunes.
martes, 19 de diciembre de 2023
El tortuoso final- capítulo XII (decimotercera entrega del libro).
Tanto las versiones
históricas como apostólicas coinciden en presentar la aprehensión de Jesús como
el comienzo de su final. Se le denomina como la pasión de cristo y se
ubica entre los sucesos de la captura y el sacrificio, incluso hasta la
resurrección.
Todos coinciden en el
lugar (el huerto de los olivos) en el que fue apresado estando solo porque sus
apóstoles dormían después de la última cena. En culpar a Judas por la traición
y en que el mesías fue arbitrariamente tratado. Señalan que el procedimiento
que debió seguirse para llevarlo ante el tribunal no se respetó ni por parte de
los judíos ni de los romanos. El nazareno fue capturado durante la noche y no
fue llevado a la Sala Pétrea del Templo que era el sitio idóneo para
realizar un juicio judío a cargo del Sanedrín. Al parecer fue conducido a las
viviendas de Caifás y Anás en donde se le enjuició de manera extraordinaria sin
cumplir con el cuórum que exigía la ley judía, utilizando testigos falsos, sin
ofrecerle una mínima oportunidad para su defensa más que su palabra. Además,
fue maltratado física y psicológicamente. «Todo se hizo con mucha premura antes
del inicio de las fiestas de pascua que atraían a miles de personas a
Jerusalén».
Sucedieron entonces
muchas cosas que crean suspicacias y que pudieron repercutir en el cristo
a su favor o en su contra... En su contra, porque se le trató como si fuese un
vil delincuente y además peligroso. Se le negó toda oportunidad para defender
su integridad, dignidad y vida. Se quebrantaron todos los procedimientos
legales y humanos a los que él como cualquier otro hombre tuviera derecho. A su
favor, porque tal vez —irónicamente— todas esas inconsistencias propiciaron el
ambiente necesario para concluir exitosamente (como pudieron quererlo él y
algunas otras personas) el temerario proceso que incluía la muerte y la resurrección
de un hombre de carne y hueso.
Todo sucedió durante
la noche del jueves, Jesús fue apresado, torturado y juzgado por los judíos. A
la mañana siguiente fue presentado por líderes del Sanedrín ante el procurador
Poncio Pilatos con acusaciones graves: traición, insubordinación, desacato a
las leyes judías y romanas, blasfemia. «Hemos de ubicar en el contexto que los
judíos conocían muy bien las leyes imperiales y sabían que no sería fácil que
el acusado fuese condenado a muerte. También hay que tener presente que ni
Pilatos ni el rey Herodes Antipas (rey de Judea) —quien estaba presente en
Jerusalén por motivo de las festividades— odiaban ni temían a Jesús, por el contrario,
lo consideraban insignificante».
Tal vez las cosas se
salieron de control para el mesías y sus amigos, razón por la cual no pudieron
hacer nada para apoyarlo. Quizás él presintió que enfrentaría la injusticia y
los malos tratos, y que sus acérrimos enemigos judíos querrían sacrificarle, pero
¿acaso imaginó que sería azotado cruelmente, que le humillarían y acosarían sin
piedad, que le expondrían al escarnio público haciéndole atravesar las calles
de Jerusalén cargando su propia cruz, que sería coronado con espinas y herido
de muerte por un bellaco soldado romano, y que finalmente sería crucificado?
¿Era esto lo que Jesús buscaba y para lo que estaba preparado?
El proceso imperial
fue peor que el judío. Pilatos inicialmente no aceptó condenarlo y extendió su
responsabilidad al rey Herodes argumentando que era potestad de él juzgar al
nazareno. Herodes se burló del indefenso hombre y evadió su competencia
regresándolo a Pilatos para que este lo enjuiciara.
La situación fue muy
tensa para el procurador, no había tiempo; el día sábado era especial para los
judíos y las fiestas de pascua estarían en pleno. La agitación en la Jerusalén
era inmensa, el pueblo judío había llegado de todas partes y estaba muy
alborotado. Los rabinos habían convocado a muchas personas y las instigaban en
contra de Jesús, las motivaban a gritar consignas para comprometer su
integridad: —¡No hay más rey que el Cesar! ¡Al madero con él! —gritaba la
turba—».
Pilatos estaba en
problemas, la presión por parte del sanedrín en cabeza de Caifás y la negativa
exaltación del pueblo amenazaban con una gran revuelta. Sin embargo, él no
podía acusar y condenar a Jesús, no había pruebas suficientes para hacerlo ni
era el procedimiento adecuado dentro del marco de las leyes romanas; pero
tampoco podía dejar las cosas así como estaban. Si se hubiese ocasionado una
manifestación violenta habría sido imprescindible la actuación militar que
generaría muchas muertes y un gran caos (la historia da cuenta de muchas
atrocidades cometidas por gobernantes romanos) y quizás Pilatos fuese
destituido de su cargo y castigado por el emperador. Finalmente, intentando
liberarse de su responsabilidad directa y a merced de una concesión que el
imperio hacía al pueblo judío por motivo de la pascua, en la cual se otorgaba
la libertad de un preso condenado, ofreció públicamente, y al calor de las
exacerbadas almas, que el pueblo escogiera a quien liberar y a quien condenar
entre Barrabás (un sedicioso sicari) y Jesús de Nazaret. «Ya puedes imaginar la
escena acalorada en donde el pueblo animado por los rabinos y exaltado al
máximo gritaba que liberaran al bandido y que crucificaran a Jesús. —¡No hay más rey que el Cesar! ¡Crucifícalo,
crucifícalo!».
Así pues, la decisión
fue tomada. Perfecta manipulación de las circunstancias por parte de los
rabinos, torpe y sucia decisión de un pueblo ignorante y ambicioso, y solemne
veredicto de un cobarde. Entonces Pilatos lavó sus manos de la sangre inocente
del cristo y dio comienzo al infernal magnicidio. Algunas versiones históricas
lejanas al doloroso sentimiento popular y a los evangelios plantean la
incógnita respecto de la premeditación y el dolo por parte de Pilatos en su
decisión, argumentando que por el contrario él sentía simpatía hacia el
predicador, que pudiera hacer parte del plan tal y como estaba trazado
para que Jesús fuera llevado a la cruz y dadas las circunstancias de tiempo y
lugar fuera bajado de la misma antes de su muerte.
Transcurrieron aterradoras horas de sufrimiento
para el mártir. En él siempre manifiestas su dignidad y su fe. Aunque fue otro
sacrificio humano más, hoy el recuerdo del mismo anega de dolor el corazón de
muchos de nosotros y nos conduce a la reflexión. Imagínate lo que sintieron su
madre y hermanos, su compañera sentimental, sus verdaderos amigos y sus
apóstoles, ante la desgracia y la impotencia de no poder evitarlo. Lo cierto es
que muchas personas estaban con él (a su favor). Tal es el caso de un hombre
ajeno a toda esta historia (Simón de Cirene) que apareció en medio del calvario
para ayudarle con la carga que llevaba a cuestas; o de Verónica, la mujer que
limpió y refrescó su rostro con un manto. Estaban también María su madre y
María Magdalena que le acompañaron hasta el final. José de Arimatea (noble
judío miembro del Sanedrín) que intervino ante el procurador para que le
permitiera bajar a Jesús de su crucifijo después de algunas horas para llevarlo
a una tumba de su propiedad.
Ubiquémonos de nuevo
en el tiempo: Jesús llegó hasta el monte Gólgota en muy malas condiciones
debido a los azotes que recibió y al agotamiento (su travesía fue larga). Allí
los crueles soldados romanos lo clavaron a una cruz y le ocasionaron graves
heridas; luego lo izaron en medio de burlas e insultos. «Es probable (así lo
plantean algunas versiones) que el apuntalamiento de sus pies haya sido
complementado con una cuña de madera en el travesaño vertical para que en él
descansara y así prolongar su agonía. Esa cuña tal vez le permitió soportar
mejor el dolor y evitar que su cuerpo se descolgase por la fuerza de la
gravedad, factor influyente en la aceleración de la muerte por crucifixión».
Según algunos análisis científicos (en estos
casos), además del agotamiento, la
pérdida de sangre por causa de heridas, los traumas causados por golpes,
etcétera, la principal causa de muerte del crucificado sería debido a fallas
respiratorias y posterior paro cardiaco, pues el cuerpo tiende a caer hacia
adelante presionando de tal forma los pulmones que se hace imposible respirar,
y aunque la víctima pueda reincorporarse solo logra hacerlo por muy poco tiempo
debido al dolor en sus miembros superiores e inferiores. —De ahí la importancia
de la cuña para prolongar el tiempo de vida de quien pende en la estructura—.
Otro elemento
suspicaz en esta historia se relaciona con el hecho de que los miserables
soldados romanos ofrecieron al cristo un asqueroso vino para que saciara su sed,
pero él se negó a beberlo. Sin embargo, sus labios fueron empapados con un elíxir
amargo por medio de una esponja a manos de uno de ellos. «¿Por qué no dar un
poco de credibilidad al planteamiento de que este elíxir era una pócima para
producir en él un estado de catalepsia con el fin de que se diera por un hecho
su muerte?».
Hay que anotar
también que, según los evangelios, un centurión, para asegurar la muerte,
hundió su lanza en uno de los costados del mesías como golpe de gracia. Sin
embargo, sabemos que no todas las heridas con objetos cortopunzantes pueden ser
mortales y que para el caso puntual sobre Jesús algunos argumentos sostienen
que esa no lo fue.
Adicionalmente se narra que las dos personas que
fueron crucificadas al tiempo junto al nazareno murieron rápido porque los
soldados fracturaron sus piernas (práctica común para apresurar la muerte).
¿Por qué no hicieron lo mismo a él?
«Tristemente se destaca de esos últimos momentos
que Jesús se sintió vulnerable y abandonado. Que lloró y clamó auxilio a Dios
para soportar su agonía, pero que su voluntad y su fe lo llevaron siempre
adelante. ¡Ningún hombre tan valiente como él! Realmente estuvo dispuesto a
morir y permaneció firme en sus convicciones hasta el fin».
La agitación amainó. ¡La fiesta de sangre había
terminado! Oscureció y casi todos abandonaron el lugar. Pero allí, con él,
permanecieron su madre, María Magdalena, José de Arimatea, Nicodemo, algunos de
sus hermanos y Pedro su discípulo (el que lo había negado), además de unos
pocos centuriones. Y el cuerpo del cristo fue bajado de la cruz por José de
Arimatea y Nicodemo (un maestro fariseo perteneciente al Sanedrín que
curiosamente también estaba pendiente de los sucesos). Lo envolvieron en mantas
de lino impregnadas de esencias, mirra y aloe, y con mucho cuidado lo
llevaron a la tumba, que al parecer era una caverna cuyo acceso dependía de la
posición de una gran roca que necesitaría de la fuerza de varios hombres para
moverla. Y allí permanecieron con él su madre y María Magdalena, y quizás otras
personas cercanas al mesías; todo bajo la mirada despectiva de los centuriones
—a ellos ya no les importaba, el cristo había muerto—.
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